jueves, 18 de octubre de 2012

PUNTO Y COMA


Punto y Coma

En la política se pierden los hombres,
Algunos se quedan en la historia.

Por Luis González Romero

Anteriormente a la política se le calificaba como una ciencia, en la actualidad se le considera como un negocio al que se llegan con o sin democracia, y lo difícil no es llegar, sino saberse mantener. No perder el piso, actuar con sencillez, tener sensibilidad con un baño natural de carisma; pero natural, porque cuando un político finge sonreír a todos, pareciera que trata de devorar a las personas que se le acercan y lo que creen que es una sonrisa se traduce en un gesto ímpetus de “tarascada”.

Es como en el caso de los artistas que se inmortalizan, por mencionar a dos mexicanos, Pedro Infante y Mario Moreno “Cantinflas”, que físicamente ya no existen, pero con su obra se inmortalizan y están vigente hasta en la mente de las nuevas generaciones que cantan sus canciones y rien con sus películas; en cambio muchos solo son una llamarada de petate, suben a la cúspide del éxito, pero al poco tiempo se desinflan y nadie los recuerda. Lo mismo ocurre con los políticos a la mexicana, esos que llegan a ser grandes personajes y de pronto se pierden para siempre y la gente los olvida.

Por mencionar algunos personajes de la grilla, Manuel Ramos Gurrión que en los tiempos del gobernador Rafael Hernández Ochoa, se encumbró subió como la espuma, llegando a dirigente estatal del PRI,  diputado federal por Chicontepec, en donde perdió y en una segunda ronda le ganó a su opositor de la izquierda, Cándido Cerecedo. Pero también fue el primer diputado por el nuevo distrito de Coatzacoalcos, en donde no tuvo enemigo enfrente, pero ahora la gente se pregunta el porqué de su caída.

Otro caso es el de Juan Maldonado Pereda, cuatro veces diputado federal, alcalde en el municipio de Veracruz, subsecretario de Gobierno con Patricio Chirinos Calero, secretario de Educación con Miguel Alemán, y aquí cabe agregar que la política se traga los hombres. De pronto, unos están en la cúspide, y en el sexenio siguiente, desaparecen por completo, y con frecuencia hasta mueren en el anonimato. Lo peor del asunto es que en cada sexenio y trienio asciende al poder una nueva generación gobernante, y ni hablar, el grupo político que se va se vuelve incómodo y es satanizado.
Lo grave también es que su experiencia, conocimiento, dominio del terreno público, operadores, cabilderos son condenados al ostracismo, su inteligencia y talento se menosprecia, desperdicia por el simple pecado de pertenecer a otra elite, del pasado.

Políticos  vienen y políticos van. Algunos de ellos son enviados a la banca en espera de una siguiente oportunidad, como es el caso de Gonzalo Guizar Valladares, Jorge Uzcanga Escobar, Juan Herrera Marín (de mi generación), Luis Antonio Pérez Fraga (el pollo), Martin Vidaña, José Luis Lagunes, Mario Zepahua, Yolanda Gutiérrez Carlin, Rubén Pabello Rojas, Gonzalo Morgado Huesca, José Luis Salas Torres (traca traca), Guillermo Díaz Gea, Luis Ponce Jiménez, Florencio Azua Gallegos, Edmundo Martínez Zaleta, por solo mencionar algunos que brillaron en el firmamento político de Veracruz y que ahora están en la banca o refundidos en alguna oficina, como cualquier burócrata del montón y aunque cumplan años de su nacimiento nadie querrá ser como ellos ni a través de un castin, como el que se realiza para encontrar la voz de Toña La Negra.

Algunos se resignan aceptando todo lo que les puedan ofrecer, como el caso de Martínez Zaleta, ex diputado federal, ex alcalde de Papantla, exlíder del CDE del PRI, ex director de Tránsito del Estado, quien ahora despacha como titular de Recursos Humanos de la alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales, y antes fuera hasta delegado de tránsito. Otro caso da pena es el de Gonzalo Morgado Huesca, diputado federal, alcalde de su pueblo, Martínez de la Torre, líder del CDE del PRI y director del IPE, y quien ahora despacha como asesor de Erick Lagos, resignado a tener una chamba, que es mejor a ser desempleado….Por hoy es todo, hasta pronto.



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