12 de octubre, 2012
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Ubicado en el Parque
Takilhsukut de Papantla, Veracruz, hereda, practica y preserva la tradición y
el arte totonacas.
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Gracias a su modelo de
enseñanza-aprendizaje, está nominada a la lista de Buenas Prácticas de
Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial (unesco).
Este viernes 12 de octubre cumplió cinco años de
existencia el Centro de las Artes Indígenas, ubicado en Papantla, Veracruz, institución
única en México: sus 16 Casas de Tradición contribuyen a la continuidad, la
recuperación de las formas propias de transmitir los conocimientos y la
restitución del sentido social y espiritual que el arte tiene para el pueblo totonaca.
Aquí, además de las técnicas de las disciplinas artísticas, se aprende,
fundamentalmente, la esencia del ser. Por estas características, se encuentra
nominada a la lista de Buenas Prácticas de Salvaguarda del Patrimonio Cultural
Inmaterial (unesco).
El Centro de las Artes Indígenas, con sede en el
Parque Takilhsukut, cuenta
con un Modelo Educativo propio, sustentado en los fundamentos de la cultura totonaca.
Por ello, considera un inventario del patrimonio material, inmaterial, natural y
vivo, lo que
lo convierte en un ejemplo internacional del enseñar y aprender la tradición.
En este proyecto los totonacas son los actores principales —guías,
maestras y maestros, creadores y académicos—, responsables del análisis y la discusión
de lo que representa el arte y de la propuesta para su enseñanza como proceso
formativo integral. A decir de los abuelos, El Centro de las Artes Indígenas es
un vivero en el cual se ha sembrado la semilla. Es la matriz que engendra vida.
Es un espacio de diálogo, de reflexión y análisis para la regeneración
cultural.
Cada semana, más de mil niños y adultos asisten a sus Casas de Tradición
para enseñar y aprenden las expresiones que conforman la identidad totonaca y
sumarse a diálogos espirituales y creativos, porque el concepto de arte es práctica
creativa asociada a la función espiritual y religiosa: no sólo importa el
producto, sino el proceso y, de manera especial, la relación que se establece
entre el creador, la materia y lo creado. Visto así, el arte se nutre de
espacios sagrados, símbolos, procesos rituales y ceremonias, y a ellos remite
—lenguaje comunal que une, cohesiona y propicia la comunión grupal—, porque son
los escenarios para la interlocución con los dueños y las deidades, para
agradecer, ofrendar, entregar, pedir y dar cuentas del trabajo y de las
acciones realizadas.
En el Centro de las Artes Indígenas durante todo el año, se hereda,
practica y preserva la tradición de músicos, danzantes, alfareras, tejedoras,
artesanos, teatreros, sanadores, médicos tradicionales, escritores, pintores,
teatreros y videoastas. Las casas de especialidad combinan la enseñanza de las técnicas con la
investigación y el intercambio de conocimientos para perfeccionar el trabajo de
los maestros y alumnos más avanzados, profundizan también en el sentido
filosófico y social de la creación.
Y en cada edición del Festival Cumbre Tajín, el Centro de las Artes Indígenas comparte algunos de sus procesos y
resultados creativos a través de talleres, seminarios, encuentros, ceremonias,
exhibiciones, sensoramas, degustaciones, juegos y productos de sus espacios de
enseñanza:
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Kantiyán: Casa de los Abuelos sabios, guías de vida;
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Casa de la Palabra Florida: poesía, tradición oral y diálogo con el
mundo;
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Casa del Arte de Sanar: sanación mental, espiritual, humana,
medioambiental y cósmica;
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Casa del Mundo del Algodón: mitología, producción, exposición y ofrenda;
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Casa de Alfarería Tradicional Totonaca: la sabiduría prehispánica y las
herramientas contemporáneas en las manos y la tierra;
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Escuela de Danzas Tradicionales: sonidos y movimientos de la memoria;
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Escuela de Niños Voladores: el relevo generacional que confirma el
futuro del vuelo;
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Casa de la Música: ritmo que recibe y entrega conocimientos y sones;
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Casa del Teatro: la vida comunitaria en escena;
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Medios de Difusión y Comunicación: audiovisuales, transmisión
radiofónica;
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Casa de la Cocina Tradicional Totonaca: el acervo gastronómico;
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Casa de las Pinturas: el color en textiles, cerámica, madera, piedra,
zacuales, pintura corporal, murales, medicina y danza;
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Casa del Turismo comunitario: anfitriones respetuosos y sustentables;
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Casa de la Agricultura tradicional: la siembra del respeto a la Madre
Tierra y a los Dueños de los Elementos;
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Casa de la Carpintería: la espiritualidad de la madera y la regeneración
vital;
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Casa de la Tierra Totonaca: el respeto a la Madre Tierra y a los Dueños
de los elementos; agricultura “ecológica, orgánica”.
Este sexto aniversario del Centro de las Artes
Indígenas confirma la vitalidad de un modelo único de regeneración cultural protagonizado
por los totonacas y observado y admirado por México y las principales
instituciones culturales del mundo.
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